(por Camilo Amórtegui y Ángel Rivera)
Dedicado al público de "Ridículos y Abstractos"
AURELIO: ¡Coño! Sí. Digo “coño” aunque aborrezcas esa palabra. ¡Mierda entonces! ¿Has muerto? ¿Por qué apareces ante mi vista? Sólo estando vivo, Humberto, sólo estando vivo es posible alucinar.
CLODOMIRO: Aborrezco esa palabra, pues eres consciente de que estoy vivo —y estando vivo la aborrezco—. Sabes que controlo tu vida porque soy el ángel de la muerte. Tu alma es mía desde que decidiste alucinar con la muerte, cuando decidiste dejar a un lado el camino de la realidad.
AURELIO: ¿El camino de la realidad? Me enredo en el laberinto. ¿Estoy vivo, muerto o loco? ¿Muerto y demente es lo mismo? Me quitaste a Luisa. Soy feliz con las rosas. Sí. Las rosas o Ana María. ¿La quieres a ella? ¡Vete al infierno! Aunque creo que ya estás en él.
CLODOMIRO: El infierno, la locura y la muerte, en tu caso, son lo mismo. El laberinto en el que estás es producto de las rosas, es por Ana María. Yo quise estar con Luisa, pero a pesar de mi poder me la robaste. Ahora te quito a Ana María. Por cabrón. Por haberle desviado la mirada de la mía. Ahora es hora de enredarte, enloquecerte y matarte. Tu alma es mía, ya lo he dicho. Sólo vivirás con el karma de estar muerto en vida y con la mierda que te haré padecer. Debes verte como bien servido: alucinar una vida con Luisa y las rosas es cosa de idiotas.
AURELIO: ¡Soy imbécil y lo sabes! Pero entiendo lo que dices. Quédate con Ana María. Las rosas huelen mal después de algunos días. Luisa será mía entonces. Aunque esté loco o muerto. Ahora terminemos este diálogo, pues volveré a ser feliz si me dejas con Luisa.
CLODOMIRO: Te quedarás en el infierno… en tu casa. Yo mientras tanto viviré en la realidad… con Luisa y sin dislexia.
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