miércoles, 8 de diciembre de 2010

Lo que (no) quiero




Si se habla de tortura o de dolor, no deben buscar lejos un experto. ¡Heme aquí! No hablo, por supuesto, de ser un verdugo, un sádico o un masoquista. Lo que digo es que he soportado lo peor. No es fácil confesar que me hicieron la circuncisión siendo ya adulto, sin anestesia y con un cuchillo carente de filo, por lo que el asunto demoró. He sobrevivido a cinco atentados. Conozco todos los estados conscientes relacionados con el sufrimiento. Mi mujer me abandonó, corrió a los brazos de mi propia hermana y cuando pequeño me violaron.

Nada me asusta, excepto aquello. ¿Buscan en mí la inmunidad? Se equivocan. Soporto cuanto quieran, pero nunca eso. Prueben clavarme puntillas en la espalda o quitarme las uñas con un destornillador. Pero no eso, ¡jamás! Intenten lastimar mis emociones de modos diferentes, como se les venga en gana. Pero a aquello le tengo pavor. ¡Que se detenga el mundo! ¡Que se asfixien las almas de ricos y desventurados! ¡Que el vómito del mundo regrese a sus entrañas! Nada me asusta, excepto aquello.

Por eso, aunque el universo se cague en mi cerebro, les juro que no permitiré que me vuelvan a matar. ¡No! O al menos no como aquel día. O al menos no que lo haga él. Sí, que lo haga entones cualquiera si ustedes lo desean, menos él. Mátenme de nuevo. ¡Ahora! Pero no quiero que mi padre vuelva a asesinarme a cuchilladas. Prefiero que me hagan de nuevo la circuncisión.

No hay comentarios: