martes, 22 de diciembre de 2009

miércoles, 28 de octubre de 2009

Descubrimiento de América (Relato absurdo hecho a dos manos)

by Paisa & Angel
(Se unen de nuevo para decir cosas sin sentido)




-Historia vieja con tintes nuevos - Relato costumbrista

Una vez un campesino colombiano de una finca en 1492 se fue para los "yunais"... disque a ver cómo le iba... Como en ese tiempo ya se habían inventado la rueda por allá, entonces él decidió hacer un almacén para la reparación de ruedas y mejoramiento de su calidad. Sin embargo, el campesino colombiano no podía tener éxito con su negocio, ya que al lado de su local había un lugar de prostitutas y travestis noruegos, algunos de ellos amigos de un tal "Cristiban Colón". Por tal razón, el campesino decidió comenzar a dañar todas las ruedas a propósito...

(ACLARACIÓN: mi nieto me contó eso cuando yo tenía como de 5 años...)

Años atrás, el hecho se había aclarado. El colombiano no las dañó (las ruedas); lo que pasa es que el man era una abjea en los negocios, pero con las viejas no le iba bien y la gente gastaba las lucas con los noruegos. Hasta que un día vio a ese man todo ganoso (al tal Colón). ¡Estaba avolinando con una vieja en la mismísima calle! El campesino, todo abeja, pensó en algo que con las ruedas podía hacer. Es decir, para que las viejas no necesataran Colones, con aquello que salía de las ruedas, las viejas podían pasar bueno sin la ayuda de un... de un hombre... mejor dicho: ¡ahí fue donde nacieron los consoladores!

Luego de esto, esos noruegos se pusieron todos aletas e iban a levantar al campesino. Este man les sacó lo primero que vio (no fue el pipí): UN MACHETE DEL TAMAÑO DE UNO DE ESOS CONSOLADORES (y eran consoladores para noruegas, que según cuentan son disque "profundas").
Justificar a ambos lados
Ahora, como en 1492 todavía no habían machetes, este man se convirtió en un "man-putas", ya que revolucionó muchas cosas en USA... Lo que pasó, en realidad, fue que este Colón le robó los créditos... hasta ese de descubrir USA y por ahí derecho todo América, que en realidad no se iba a llamar "América", sino "Putérica" porque mientras el campesino colombiano era un "man-putas", el tal Colón, por su cercanía con los (las) noruegos (as), tenía fama de marica. De ahí viene, por razones obvias, el nombre "América".

De ahí vieneron también -para culminar con un dato curioso este relato- una cantidad de equipos de fútbol que están llenos de maricas. Todos se llaman "América" y están regados por todo el continente.



lunes, 13 de julio de 2009

quiero verte de nuevo




hoy partes... me ensañaste a ser valiente, a luchar por mi familia, a discernir lo verdaderamente importante, siempre estarás en mi memoria papá

domingo, 1 de febrero de 2009

De cómo Parménides tenía razón II



Evangelina salió al solar de su rancho a las seis de la mañana, hora del segundo bombardeo. Con su paso lánguido y como de gusano, llevaba en sus manos las medias de su esposo para lavarlas, como de costumbre. Las medias viejas, grises y de áspera textura bien podían confundirse con el rostro de la anciana, el cual, debido a la cercanía de sus arrugas, parecía la estampa de una huella digital. En sus ojos sin brillo se reflejaba la nostalgia de un pasado que nunca fue, de un fututo inexorable y de una vida sin sentido.

Al restregar sobre el lavadero las medias, sus manos se ponían rojas como tomates, pero al verter agua sobre ellas, la sangre no llegaba hasta sus dedos, razón por la cual éstos se volvían duros y blancos. La vieja sonreía sin saber por qué. Sólo el camión de la cruz roja llamó su atención, cuando por el megáfono se anunciaba la muerte de ochenta y cinco personas, cuarenta y tres de ellos niños y nueve ancianos. –Conmigo serían diez- pensó.

En la casa del lado vivía don Aurelio y su hijo Leopoldo. Evangelina vio cómo Leopoldo, con apenas diez años y en medio de las balas, jugaba a la guerra. Con sus manos pequeñas simulaba un revólver y ponía cara de matón, tal y como los invasores que veía en las esquinas. Leopoldo, inocente a su edad, creía que su padre jugaba con él cuando le gritó: -Corre hijo, corre- antes de que lo asesinaran por la espalda. Leopoldo reía cuando vio correr la sangre de su padre por toda la cuadra hasta llegar a la alcantarilla. Se sintió orgulloso de Aurelio, su padre, pues creyó en ese momento que nadie jugaba mejor a la guerra que él.

Al ver tal escena, la anciana dejó de restregar las medias de su esposo y se dijo a sí misma: -Este pueblo es aburrido, nada cambia. Todo es igual. Además el sonido de las balas no deja que pueda concentrarme en lavar estas medias-. Evangelina siguió lavando las medias que parecían confundirse con ella, en medio del fuego, como de costumbre. Pero la guerra le había hecho olvidar que ella jamás tuvo esposo.

sábado, 24 de enero de 2009

La Propuesta



Soledad y Samanta nunca pensaron que el comienzo del fin llegaría tan pronto. El día en que limaban sus uñas, se burlaban de los hombres y planeaban aquello que iba a hacer de sus vidas un infierno, Soledad y Samanta creían tener absoluto control sobre sus vidas.

Cantalicio, quien limpiaba el polvo o al menos fingía hacerlo, era el único que conocía el trágico destino que se empezaba a configurar ese día. Él mismo recordó ese momento días después, cuando a esa misma casa llegó el sonido de la última ambulancia.

Soledad, en su afán por experimentar nuevos sentimientos para poder transformarlos en letras y consignarlos en su novela que ya iba bien avanzada -y no porque le importara realmente- quiso saber si su esposo, Epifanio, le era infiel.

La cantidad de vino anidada en su cuerpo, fue lo único que pudo hacer que Samanta aceptara la propuesta de Soledad, esa propuesta que en sus mentes ambas calificaban como ridícula. A Samanta le causaba náuseas el psicoanálisis y, no obstante, iba a aplicar el arcaico e improductivo método de la hipnosis. Sólo ebria podía satisfacer los deseos de su amiga y también los propios, pues aun sin conocerlo, sabía que Epifanio podía darle lo que Astolfo ni siquiera le ofreció.