sábado, 3 de septiembre de 2011

Cadena de homicidios asistidos o la demostración de que el amor de corazón sí alimenta en las mañanas y no tiene ningún precio

-Escena para que jamás sea puesta en escena-





Personajes en orden de aparición:
           
Un cadáver.
            Jaime, esposo de Teresa.
            Norma, esposa de Pedro.
            Pedro, obviamente esposo de Norma.
            Teresa, obviamente esposa de Jaime.


(Jaime y Norma se besan apasionadamente en un sofá de color rojo, al lado del cual se encuentra un cadáver).

Jaime: Te amo hasta las estrellas.

Norma: Eso le dices a cualquiera.

Jaime: Sí, por eso te lo digo, porque eres una cualquiera.

Norma: Eres tan romántico, no sé qué sería de mi sin ti.

Jaime: Serías de igual modo una cualquiera.

Norma: Ay qué hermoso. ¡Hasta las estrellas te amo!

(Jaime y Norma se besan apasionadamente otra vez. Entra Pedro, furioso y tomando a Jaime por el cuello).

Pedro: ¡Miserable! ¡Te has metido con mi esposa! ¡Me la vas a pagar!

Jaime: ¡Tranquilízate Pedro! Yo te la voy a pagar. Dime, ¿cuánto vale?

Pedro: ¿Cuál es tu oferta?

Jaime: Toma cien dólares.

Norma: ¿Cien dólares? ¡Me parece un precio exagerado!

Pedro: Creo que es la primera vez desde que nos casamos que dices algo inteligente.

Norma: Es verdad mi amor. Intentaré seguir siendo una estúpida.

Jaime: Así podremos excitarnos todos.

Pedro: Por tal razón, creo que Norma tiene razón. Cien dólares es un precio exagerado.

Jaime: Bueno, entonces te daré ciento diez dólares.

Pedro: Dame cincuenta.

Jaime: Demasiado poco. Te ofrezco ciento cuarenta.

Pedro: No. Dame diez dólares y podrás hacer con mi esposa todo lo que quieras, pero con la luz prendida.

Jaime: Insisto. Toma ciento setenta dólares y que no se hable más.

Pedro: Sabes que no es justo. Lo mejor que podemos hacer es que yo te pague cincuenta dólares y les haga mañana el desayuno.

Jaime: Me siento un poco mal del estómago después de adulterar, pero aceptaré el trato.

(Pedro extrae cincuenta dólares de su billetera y se los da a Jaime quien los guarda).

Norma: Se ven tiernos cuando negocian con mi cuerpo.

Pedro: ¡Cállate si no quieres ser descuartizada!

Norma: Eso me encantaría, pero después del desayuno.

Jaime: Podemos comenzar por cortarte uno de tus brazos.

Pedro: Así además quitaríamos por completo el fétido olor de tus axilas.

Norma: Esperaré ansiosa.

Jaime: Todos detestamos la ansiedad.

Pedro: Es un sentimiento noble si se acompaña de moderación. Tú eres moderada y eso nos da asco.

Norma: El asco es una reacción normal causada por la vida.

Pedro: ¿Qué buscas?

Norma: Que me maten.

Jaime: Es una excelente idea.

Pedro: (A Jaime) Te daré cincuenta dólares si eres capaz de arrancarle el corazón con una mano.

Jaime: ¡Hecho! De paso puedo acariciarle a tu esposa los pezones.

(Pedro extrae cincuenta dólares de su billetera y se los da a Jaime quien los guarda).

Norma: Estoy lista.

(Con parsimonia, Jaime desgarra el seno izquierdo de Norma quien jadea de placer. La sangre empieza a ser visible cuando los dedos comienzan a penetrar en la carne de Norma quien suda y grita sonriente. Pedro sentado y con las piernas cruzadas, fuma mirando la escena, inexpresivo. Luego de un momento la mano de Jaime ha penetrado totalmente en la piel de Norma, quien tiene los ojos muy abiertos porque sabe que los segundos de vida que le quedan son muy pocos. Intenta sonreír pero no puede. Se nota asfixia en su expresión. Pedro sigue fumando, inmutable. Jaime tironea con fuerza para arrancar el corazón de Norma. Sin embargo, con cada tirón el cuerpo entero de Norma se desplaza con fuerza hasta el pecho de Jaime salpicándole sangre en la cara. Pedro ríe un momento y sigue fumando. Jaime coloca uno de sus pies en la cara de Norma, que ya parece muerta. Respira profundo llenando con bastante aire sus pulmones y hala con mucha fuerza. Entonces se ve cómo logra desprenderse el corazón. Pedro apaga el cigarrillo y busca un plato para que Jaime deje allí el corazón. El cadáver de Norma derrama sangre por toda la alfombra).

Jaime: ¿Por qué pones ese corazón en ese plato?

Pedro: Ése será el desayuno de mañana.

Jaime: Me gustas. Eres muy romántico.

Pedro: ¿Hacemos el amor?

Jaime: Bueno, pero déjame pagarte cien dólares por eso.

(Jaime extrae cien dólares de su billetera y se los da a Pedro quien los guarda).

Pedro: No voy a discutirlo.

(Jaime y Pedro se besan apasionadamente en un sofá de color rojo, al lado del cual se encuentra el cadáver de Norma y otro más).

Pedro: Te amo hasta las estrellas.

Jaime: Eso le dices a cualquiera.

Pedro: Sí, por eso te lo digo, porque eres una cualquiera.

Jaime: Eres tan romántico, no sé qué sería de mi sin ti.

Pedro: Serías de igual modo una cualquiera.

Jaime: Ay qué hermoso. ¡Hasta las estrellas te amo!

(Jaime y Pedro se besan apasionadamente otra vez. Entra Teresa, furiosa y tomando a Pedro por el cuello).

Pedro: ¡Miserable! ¡Te has metido con mi esposo! ¡Lo vas a pagar!

Jaime: ¡Tranquilízate Teresa! Yo te lo voy a pagar. Dime, ¿cuánto vale?

(Apagón).

1 comentario:

john Mario Rivera dijo...

Es desgarrador, fuerte, oscuro, con un humor negro que conduce toda la linea dramática. Un pieza corta pero exquisita para llevarla a escena con bastantes juegos escénico. Felicitaciones Giovanni !!!
John Mario