martes, 18 de septiembre de 2012

Primera Escena de Los Company


LOS COMPANY
(Ángel Rivera Novoa)

Personajes:                                 

REBECA COMPANY, esposa del Señor Company.
HENRY COMPANY, viceversa.
IRIS, mujer joven y vulgar.
LEÓN MARÍA, asesino a sueldo.

Escena I
Intento de extorsión con Gyocuro

(Se escucha el último “Contrapunto” del “Arte de la fuga” de J.S. Bach. Aparecen en escena Iris y Rebeca. Se encuentran sentadas frente a frente bebiendo té. Se miran fijamente con odio y resentimiento. Iris tiene lentes oscuros y un fuerte labial rojo decora vulgarmente sus labios. Está vestida con un abrigo largo que sólo deja al descubierto sus pantorrillas y unos tacones de color extravagante. Rebeca, por el contrario, está muy bien vestida. Luego de tomar un sorbo de té, Iris rompe el incómodo silencio).

IRIS: (Saboreando). Tiene un sabor exquisito. ¿En qué tienda lo compra?

REBECA: Es Gyokuro. Un té proveniente de Japón. Es el más caro del mundo. Fue un regalo de un socio oriental de nuestra compañía. Ahora que lo pienso, no sé cómo pude habérselo ofrecido. Es evidente que el paladar de un perro es, por mucho, superior al suyo. Como sea, no lo va a conseguir en tienda alguna. ¿Puede decirme qué mierda hace en mi casa?

IRIS: ¡Gyocuro! (Bebe y saborea nuevamente). Interesante. ¿Dice que es de Japón, verdad? ¿Eso dónde queda? ¿En China? (Silencio Breve, Rebeca hace cara de disgusto). No me interesa incomodar a nadie, pero necesito hablar con Henry.

REBECA: (Atorándose) ¿Perdón? ¿Con Henry? Querrá decir, con el Señor Company.

IRIS: El Señor Company, Henry, ¡o Batman! Llámelo como quiera. Necesito hablar con él.

REBECA: El Señor Company no tiene tiempo para hablar con prostitutas. Así que tendrá que conformarse hablando con la Señora Company.

IRIS: ¿Y a la Señora Company le gustará el jugo de vagina tanto como a Henry? Perdón, ¿tanto como al Señor Company?

REBECA: ¡Esto es ridículo! (Se levanta e intenta irse).

IRIS: ¡Señora Company! ¡Su prestigio! (Rebeca se detiene de inmediato). Su prestigio. No lo dañe. Supongo que está usted enterada de todo lo que por desgracia ha ocurrido. Por su propio bien, le ruego, escúcheme y hablemos.

REBECA: Estoy al tanto de lo que sucedió. Y comprendo su posición. Sé que viene por el dinero. Está arriba, en mi cuarto. Enseguida lo traigo.

IRIS: Un momento. Siéntese, por favor. Es importante lo que tengo que decir. (Rebeca se sienta). Gracias. Le diré, estuve pensando y creo que la cifra de la cual había conversado con su esposo es insuficiente. Señora Company, he decidido duplicar el costo de mi petición.

REBECA: ¿¡Qué diablos!? ¿Pretende que le entregue un millón de dólares a una prostituta?

IRIS: ¡Creo que es incluso menos de lo justo! ¿Cuál es el precio de una violación? O mejor, ¿cuál es el precio de su prestigio, el del Señor Company o el de su Compañía? (Emocionada) ¿Ha pensado en el escándalo? ¡Imagine los periódicos! “Famoso multimillonario viola a una mujer joven”. ¡El juicio! ¿Qué dirán los inversionistas cuando le relate al tribunal el modo en que su esposo me golpeó brutalmente hasta dejarme casi inconsciente, abrió mis piernas y me atravesó con su grandioso pez mondá?

REBECA: ¡Tonterías! El pene de Henry no supera diez centímetros.

IRIS: Bueno, son detalles pequeños pero dolorosos, ¡matices! ¿Quién define lo que es grande o lo que es pequeño en estos días? En todo caso, supongo que usted no permitirá que en los más glamurosos círculos sociales se sepa que el esposo de Rebeca Company violó a una pobre y humilde mujer. Las acciones de la Compañía caerán en un abrir y cerrar de ojos, su esposo irá a la cárcel y usted quedará en quiebra. ¿Es eso lo que quiere Señora Company?

REBECA: ¡Maldita ramera del averno!

IRIS: No utilice poesía, porque conmigo no funciona. Dígame “puta”, directamente. Si usted desea, claro está. Pero, negocios son negocios. ¿Cuánto vale una violación? ¿Cuánto vale su prestigio? Yo sólo digo: un millón de dólares.

REBECA: (Entre dientes y con rabia) ¿Si ahora mismo bajo con esa cantidad de dinero, me promete que dejará en paz mi vida, la de mi marido y la de nuestra compañía?

IRIS: ¿Basta mi palabra o quiere que hagamos un recibo?

REBECA: Muy bien. Espéreme un minuto y tendrá lo que desea. (Se levanta para irse).

IRIS: ¡Señora Company! (Rebeca gira su rostro para ver a Iris, quien escupe el té). Tiene un sabor exquisito. Sin embargo, ya me hastié. (Le estira el pocillo para que Rebeca lo recoja).

REBECA: ¡¡¡Era Gyocuro!!! ¡Era Gyocuro imbécil! (Toma el pocillo y se va indignada).

IRIS: (Susurrando) Perra…

(Iris saca un cigarrillo de su cartera y lo enciende. Mientras fuma, aparece León María detrás de Iris. Silencioso deja un maletín en el suelo y carga lentamente un revólver. Se toma su tiempo. León María coloca el revólver en la cabeza de Iris).

LEÓN MARÍA: No grite, ni se mueva un centímetro, a menos que quiera que destroce con plomo su cabeza. Asienta lentamente, si quiere prolongar su vida. (Iris asiente). Perfecto. Deme ese cigarrillo, por favor. (Iris le pasa el cigarrillo. León María fuma). Muchas gracias, señorita. Ahora responda, ¿ha escuchado alguna obra de Johann Sebastian Bach?

(Iris, muy asustada, niega con su cabeza. León María se muestra sorprendido. Apagón).